viernes, 17 de noviembre de 2006
Remolinere
No se dieron cuenta aún de las últimas hojas
aún besándose dentro de la pantalla
a cinco minutos del final
suspendidas y ciegas, un poco tiernas
Algunas condenadas de apariencia húmeda y simultánea crudeza
puestas allí antes de servir de palabra a alguna niña rubia hecha a cincel
que copiaba apurada el último dictado antes de la vergüenza
Hechos que dejaron a la mayoría del público
en parte ensueño en parte espanto
estúpidamente conmovidos
Después de quedar vaciados del as de novelas rosas
compradas a un precio razonable ese domingo en la feria
y que no creyeron ni en su propio nombre
porque tuvieron algo de gustoa héroes de otoños perfectos
enteramente desechables
porque la historia tiende a dejar el final
escondido dentro de un imperdurable abrigo de mujer citadina.